Institucional
Con esta lista de los héroes de la Caballería Argentina queremos dar testimonio de reconocimiento a quienes a lo largo de los casi doscientos años de historia del Ejército Argentino, han prestado servicios en nuestra arma, demostrando a lo largo de sus vidas valores y virtudes profesionales que los constituyen en ejemplos de vida a imitar para todo Soldado de Caballería.
Algunos de ellos han recibido un merecido reconocimiento y sus nombres acompañan y dan prestigio a las unidades del arma. Otros, no menos prestigiosos y recordados, no han tenido esa suerte y es por ello que pretendemos brindar a los jóvenes oficiales, suboficiales y soldados una breve reseña de su vida militar en nuestra página web.
Sin lugar a dudas, la lista está incompleta. Es sólo un comienzo. Estamos trabajando junto al Centro de Estudios Históricos de la Caballería Argentina para ir ampliándola paulatinamente.
Nació el 03 de Junio de 1866 en el Departamento de Chivilcoy (Provincia de Buenos Aires) y egresó del Colegio Militar de la Nación como Subteniente de Artillería en Febrero de 1887. Cursó en la Escuela de Caballería y Equitación en Yprés, (Francia) y prestó a su regreso servicios en el Regimiento 6 de Caballería.
Fue instructor en el Colegio Militar de la Nación por largos años redactando los textos oficiales de “Servicio en Campaña”, “Equitación y Volteo Militar” e inauguró además las cátedras de “Hipología” y de “Armas de Guerra”. Organizó la Sección de Caballería del Instituto.
En el Regimiento 7 de Caballería efectuó numerosas tareas en los territorios de Río Negro y Neuquén tales como reconocimientos y levantamientos topográficos en la zona cordillerana en los años 1897 y 1898.
se desempeñó como Jefe del Regimiento 9 de Caballería y al crearse la Escuela de Caballería en 1904 fue su primer Director hasta 1909.
Luego fue designado como Inspector del Arma de Caballería, Jefe de la Ira Brigada de Caballería y al ascender a General de Brigada en 1916 comandó la 3ra División de Ejército.
Pasó a retiro con el grado de General de División en 1923 y falleció en Buenos Aires el 17 Oct 1926.
Fue un gran impulsor de la actividad ecuestre en el Ejército y en la Caballería. Organizó remontas, impulsó la actividad hípica deportiva con encuadre reglamentario, participó en distintas especialidades, representó al país en concursos internacionales e infundió siempre entusiasmo para su práctica.
Logró que la superioridad establezca la realización anual de las Competencias Hípicas como culminación del año militar, instaurando la correspondiente al Caballo de Armas (Prueba Completa) que este año cumplirá 89 años de desarrollo. (BPE Nro 50 del 04 May 1908).
Fue autor de numerosos informes, proyectos y trabajos escritos publicados en la Fuerza, en diarios y en revistas militares.
Nació en París el 28 Nov 1785 y luego de recibir una esmerada educación en el Liceo Imperial se incorpora el Ejército francés interviniendo en las Campañas de Italia y Alemania, actuaciones que le valen ascensos y condecoraciones.
A su solicitud es dado de baja del Ejército Imperial de Francia con el grado de Capitán en 1817.
Después de la caída definitiva de Napoleón conoce en París a Bernardino Rivadavia quien lo invita a prestar servicio en nuestro país. Se embarca para Buenos Aires donde es reconocido como Capitán de Caballería el 19 de septiembre de 1817.
de inmediato se incorpora al 2do. Escuadrón de Granaderos a Caballo acampado en Las Tablas, cerca de Valparaíso (Chile), participando en la Campaña del Bio Bio.
Integra la Expedición Libertadora al Perú, con el Mayor Lavalle se distinguió en el Combate de Nazca y en Chancay combate heroicamente con 36 Cazadores a Caballo contra efectivos superiores, acción por la que es promovido por el General San Martín a Sargento Mayor.
Continúa participando activamente en esta Campaña. Ascendido a Teniente Coronel pasó a revistar en la Legión Peruana de la Guardia y el 17 de septiembre de 1822 recibe el despacho de Coronel graduado. Al mando de los húsares de la Legión Peruana combate con éxito en Zepita y como Comandante General de la Caballería de la Vanguardia del Ejército del Perú interviene en Sica – Sica y en Ayo – Ayo, conteniendo luego la persecución enemiga salvando los restos del Ejército derrotado en esos encuentros.
En 1823 al ser depuesto por Bolívar el Presidente Riva Agüero, a quién Brandsen apoyaba es desterrado del Perú.
Ya en nuestro país es designado Jefe del Regimiento 1 de Caballería el 23 Ene 1926 para intervenir en la Guerra contra el Imperio del Brasil.
Encuentra muerte heroica el 20 Feb 1927 en la batalla de Ituzaingó, cargando al frente de su regimiento.
Sus restos se encuentran en el Cementerio de la Recoleta.
Nació en Córdoba el 09 Set 1791 y desarrollo su infancia y juventud así como sus estudios en su provincia natal.
Luego de la Revolución de Mayo de 1810, se incorporó a las milicias de su provincia con el grado de Capitán, marchando al Alto Perú con el Ejercito Auxiliar.
Participó en el combate de Las Piedras en 1812 y en las Batallas de Tucumán en 1812 y Salta en 1813 y en Vilcapugio y Ayohuma.
En 1815 ascendió a Sargento Mayor y en el Combate de Venta y Media de ese año recibió una herida que le inutilizó el brazo derecho por lo cual fue conocido como “El Manco Paz”
Más tarde fue Jefe del Regimiento de Dragones de la Nación y en 1817 fue promovido a Teniente Coronel de Caballería.
Después de la sublevación de Arequito permanece en Córdoba, hasta que en los preliminares de la Guerra con el Imperio de Brasil en 1826, el ahora Coronel Paz, recluta en Salta un contingente que marcha a Buenos Aires y constituye la base del Regimiento 2 de Caballería de Línea.
En Abr 1826 es nombrado Jefe de dicho Regimiento el que integró los efectivos del Ejército Republicano participando en las principales acciones de dicha Guerra.
En 1829 regresa con su Unidad a Buenos Aires, con el grado de Coronel Mayor y adhirió a la rebelión de Lavalle, marchando a Córdoba asumiendo la conducción general de la Guerra contra Rosas como Jefe de las Fuerzas de la Liga del Norte. Derrotó al Gobernador Bustos en 1829 en el Combate de San Roque y a Facundo Quiroga en 1829 en La Tablada y Oncativo en 1830.
En May 1831 fue capturado por efectivos Federales permaneciendo como prisionero inicialmente en Santa Fe donde se casó con Margarita Weild y luego en la Ciudad de Buenos Aires.
En Abr 1836 fugó de Buenos Aires al Uruguay y en 1841 estuvo en la Provincia de Corrientes al servicio del Gobernador Ferré, derrotando a Echagüe en la Batalla de Caaguazú en Noviembre de ese año.
Esta batalla ha merecido por parte de los historiadores los conceptos más elogiosos por la forma como fue preparada y conducida por el General Paz, a quién se lo juzga como uno de los mejores tácticos americanos de su época.
Luego de un corto período como Gobernador de Entre Ríos volvió a Montevideo en 1842 y organizó la defensa de dicha ciudad sitiada por el Ejército de Rosas al mando de Oribe.
Su oposición a Rosas lo unió al Gobernador de Corrientes Madariaga y en 1845 por desacuerdos políticos con sus propios aliados se exilia a Paraguay primero y luego a Brasil.
En 1852 después de Caseros regresó a Buenos Aires y fue Ministro de Guerra conduciendo las operaciones durante el sitio que establece el Ejército de la Confederación a dicha ciudad.
Muere en Buenos Aires el 22 Oct 1854.
En sus “Memorias” dio un valioso testimonio de su trayectoria militar y de esta manera contribuyó a esclarecer, desde su punto de vista, sucesos importantes de la historia patria.
Nació en Buenos Aires, el 14 de Julio de 1795. Después de estudiar en el Colegio San Carlos inició su carrera militar en 1811, como cadete de un Regimiento de Milicias Provincial.
El 22 de noviembre de 1812 se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo, combatiendo en San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813. Pocos días después, San Martín lo ascendió a Alférez. Marchó al norte con los dos escuadrones de granaderos, ascendiendo a Teniente y participando en varios combates y en la batalla de Sipe Sipe.
Regresó a Mendoza, cruzó los Andes incorporado al 5to Escuadrón de Granaderos, a las órdenes de Necochea.
Luchó en las Coimas y Chacabuco, ascendió a Capitán y poco tiempo después a Sargento Mayor. Estuvo en la 1ra campaña al Sud de Chile y en la batalla de Maipú, volviendo a combatir nuevamente en 1818 y 1819 en el Sud de Chile.
De regreso a la patria con el grado de Teniente Coronel, fue designado jefe del Regimiento 3 de Caballería para la guerra con Brasil.
Participó con su regimiento en Ituzaingó y en Camacuá, regresando a Buenos Aires al término de la guerra con el grado de Coronel.
Dentro del período inicial de luchas civiles, tomó partido contra el General Paz y en 1831 fue ascendido a Coronel Mayor, después del Combate de Fraile Muerto (hoy Bell Ville, provincia de Córdoba).
Durante la Campaña de Rosas al Desierto en 1833 actuó brillantemente, llegando con su columna a la isla de Choele Choel y a la actual provincia de Neuquen, zona de influencia de los ríos Neuquen y Limay.
En las guerras civiles que siguieron, operó contra Lamadrid en Cuyo y junto a Oribe derrotó a Rivera en Arroyo Grande (1842), batalla ocurrida en la zona de Concordia. Durante la “Guerra Grande” participó en el sitio de Montevideo en 1843 y 1844 y en las expediciones de 1845 contra los indígenas, estableciendo los fuertes de Bragado y 25 de Mayo.
Fue diputado en Buenos Aires y al producirse el pronunciamiento de Urquiza el 1ro de mayo de 1851 apoyó al gobernador Rosas, con el cual le unía una gran amistad.
Nombrado Comandante de las tropas federales, no llegó a participar en Caseros, por mantener con el Gobernador importantes diferencias de criterio sobre la conducción política y militar.
Después de la Revolución del 11 de setiembre de 1852 ocupó varios cargos, el último como Ministro de Guerra hasta febrero de 1853, falleciendo en Buenos Aires el 28 de setiembre de 1869.
Angel Pacheco tuvo una trayectoria histórica muy importante dentro del Ejército: Guerra de la Independencia, soldado de San Martín en su juventud, participó también en el período de nuestras Guerras Civiles.
Se destacó en las Campañas al Desierto, particularmente en 1833 en que llegó casi al límite de la Cordillera de los Andes, haciendo allí flamear la Bandera de la Patria y afianzando la soberanía nacional en un extenso territorio.
Pertenece a la generación de argentinos que en los campos de batalla fueron consolidando la independencia de la Patria naciente y después, en luctuosas guerras civiles, contribuyeron también a formar el estado nacional. Por eso, la trayectoria histórica de este guerrero admite considerarlo en dos grandes etapas: la Guerra de la Emancipación de España y con el Brasil y luego por su activa participación en las dolorosas luchas internas.
Nació el 17 Oct 1797 en Buenos Aires, quinto hijo de Manuel José de Lavalle y María Mercedes González Bordalló.
A los quince años, el 27 Ago 1812, ingresó en la clase Cadete al recientemente creado Regimiento de Granaderos a Caballo, que estaba al mando del Teniente Coronel José de San Martín, quien fue su primer maestro y bajo el cual recibió su inicial educación militar. En rápida sucesión de acontecimientos, en diciembre de 1813 era Teniente del 4to Escuadrón y al año siguiente estuvo en el sitio y ocupación de Montevideo y las subsiguientes luchas internas con las huestes artiguistas.
Junto a los Granaderos que habían estado en la Banda Oriental, se dirigió a Mendoza donde el Coronel Mayor San Martín preparaba el Ejército de los Andes.
Cruzó la cordillera y fue de los primeros en combatir a los realistas de Chile que aseguraban los principales pasos, participó valientemente en la Batalla de Chacabuco, hizo la Campaña al Sud de Chile en 1817 y peleó en Maipú.
El 20 Ago 1820, siempre bajo las órdenes superiores del Libertador, se encontró presente en las principales acciones del Perú: la Campaña de Arenales a la Sierra y el combate de Cerro de Pasco en diciembre de 1820; ocupación de Lima e Independencia del Perú, en julio de 1821; Campaña del Ecuador, donde se destacó en el Combate de Río Bamba, el 21 Abr 1822 y en la Batalla de Pichincha, el 24 de mayo del mismo año. Por entonces tenía el empleo de Sargento Mayor.
En 1823, el ya Teniente Coronel Lavalle, participó en la Campaña de “Puertos Intermedios”, cuyos resultados no fueron exitosos. Junto con varios compatriotas regresó a Buenos Aires al comenzar el año 1824.
Después de contraer matrimonio con Dolores Correa, natural de Mendoza, el Gobernador Las Heras lo nombró Jefe del Regimiento 3 de Caballería (Provincial) “Coraceros Defensores de Buenos Aires” en febrero de 1825, con guarnición en Chascomús y zona de influencia. Con el 1er Escuadrón de su Regimiento marchó a la guerra con el Brasil, nombrándolo el Presidente Rivadavia Jefe del Regimiento 4 de Caballería de Línea el 27 Abr 1826. Se distinguió en los episodios más importantes de esa guerra: Bacacay, Ombú, Ituzaingó (donde Alvear lo ascendió a Coronel Mayor), Camacuá y Yerbal.
Cuando regresó a Buenos Aires el 01 Dic 1828, sublevó las fuerzas de la Guarnición, derrocó al Gobernador Dorrego y luego de algunos combates con tropas federales, ordenó su fusilamiento el 13 de diciembre.
Enrolado en las filas unitarias y enemigo político del Gobernador Rosas, emigró al Uruguay y se estableció con su familia en Colonia. Desde el territorio oriental, inició Lavalle en julio de 1839 una de las tantas reacciones contra Rosas que lo llevaría a combatir con variada suerte en Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fé, recibiendo también el apoyo del Gobernador correntino Pedro Ferré.
En noviembre de 1840 fue derrotado por Oribe en Quebracho Herrado (actual San Francisco) y al año siguiente en Famaillá (Tucumán). Con la intención de marchar hacia Bolivia, con escaso contingente, halló la muerte en Jujuy el 08 Oct 1841, al enfrentarse a una partida federal. Sus restos fueron conducidos a Potosí y años después, en 1861, las cenizas se trasladaron a la Recoleta, donde actualmente descansan.
Lavalle fue un soldado arrojado y valiente, simboliza junto a Necochea y tantos otros el prototipo del soldado de Caballería, dedicado siempre a sostener los grandes valores de nuestras tradiciones.
Figura trascendente de la historia de la Patria y defensor de la frontera norte, frente a los reiterados esfuerzos realistas por atravesarla y amenazar la misma Independencia, nació Martín Miguel Juan de Mata de Güemes, el 09 Feb 1785 en la Ciudad de Salta.
Ingresó como cadete el 13 Feb 1799 en una compañía de infantería con guarnición en dicha ciudad y en 1805 fue trasladado a Buenos Aires. Actuó en las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, regresó a su tierra natal y desde Ago 1810 en que se encontraba en la Quebrada de Humahuaca con un grupo de partidarios, no dejó de tomar las armas para defender la naciente república.
Conocedor de su provincia y sus zonas de influencia, diestro jinete y de gran ascendiente sobre sus hombres, participó activamente en las expediciones auxiliadoras de 1810 y 1811. En este último año había alcanzado el empleo de Teniente Coronel, habiendo tenido contacto con personalidades como Pueyrredón, Castelli, Díaz Vélez y Belgrano, entre otros.
En 1813 estuvo en Buenos Aires, en el Estado Mayor General, y al poco tiempo se vincula al entonces Coronel José de San Martín. Con él marchó hacia el norte y cuando el Libertador reemplazó a Belgrano, en Ene 1814, encomendó a Güemes la Jefatura de la Vanguardia estando Salta en manos realistas la que fue evacuada por los mismos en Julio. A partir de ese momento se incrementó la acción guerrillera permanente que con distintas fluctuaciones permitieron contener las sucesivas invasiones e intentos realistas por accionar sobre el noroeste, mientras San Martín atravesaba los Andes para liberar a Chile y posteriormente el Perú y Ecuador.
Estos acontecimientos y la permanente acción bélica no impidieron que Güemes asumiera por imperio de los acontecimientos funciones políticas relevantes, tales como su designación como Gobernador de su provincia el 06 May 1815 o el tener diferencias con el General Rondeau, Comandante del Ejército Auxiliar del Perú y también con el Gobernador Aráoz de Tucumán.
Cuando Pueyrredón asumió como Director Supremo del Estado, designado por el Congreso de Tucumán en 1816, Güemes fue uno de los hombres de su confianza manteniendo la misión de contener las reiteradas ofensivas del Virrey de Lima en todo el norte Argentino.
En ese permanente quehacer lo sorprendió la muerte en ocasión de un nuevo intento invasor realista del General Olañeta, el 17 Jun 1821 en el paraje de la Cañada de la Orqueta. Dicen algunos historiadores que falleció no sin que antes el Coronel Jorge Enrique Vidt, nombrado sucesor, jurara seguir combatiendo a los realistas hasta vencerlos.
Nació en Montevideo, el 13 de Junio de 1790, ingresando al Ejército como cadete del Regimento 6 de Infantería en Julio de 1810.
Participó en las expediciones al Alto Perú y las principales acciones bélicas: Cotagaita, Suipacha, Huaqui, Las Piedras, Tucumán, Salta, Vilcapujio y Ayohuma, a órdenes de Belgrano. En esta última fue herido gravemente, cayó prisionero de los realistas y estuvo prisionero en la fortaleza del Callao durante siete años.
Liberado por San Martín a fines de 1820, se reincorporó al Ejército y nuevamente tuvo participación activa en numerosos episodios.
En Marzo de 1823 alcanzó el empleo de Coronel en el “Regimiento Río de la Plata” con guarnición nuevamente en el Callao, donde lo sorprendió una sublevación en Febrero de 1824. Tomado prisionero, logró fugarse en ocasión de su traslado y al reincorporarse al Ejército de Bolívar combatió en Junín, regresando a Buenos Aires en 1826.
El Gobierno de Dorrego lo designó Jefe del Regimiento 7 de Caballería de Línea en el Fuerte Independencia, desde donde logró fundar el 11 de Abril de 1828 la actual Bahía Blanca.
Plegado a la revolución de Lavalle y después de varias acciones con tropas federales, falleció en Buenos Aires, mentalmente alterado el 27 de Mayo de 1829.
Nació en Buenos Aires el 07 Set 1792, hijo del rico vasco Navarro Casimiro Francisco Necochea y de María Mercedes Soraza. A los diez años, fue enviado a España para completar su educación, regresando en 1810 a su ciudad natal.
Ingresó en Abr 1812 al Regimiento de Granaderos a Caballo, participando en San Lorenzo donde tuvo su bautismo de fuego.
Marchó con dos escuadrones de su Regimiento en oportunidad de hacerse cargo San Martín del Ejército del Norte.
Tomó parte en los combates de El Tejar y Venta y Media, además de la batalla de Sipe-Sipe, donde Granaderos protegió la retirada del Ejército de Rondeau, derrotado por Pezuela.
Luego de destinado a Mendoza y nombrado Jefe del 5to Escuadrón de Granaderos, escolta del Libertador, participó del Cruce de los Andes, en el combate de Las Coimas y en la batalla de Chacabuco, tomando más tarde parte en la campaña al sur de Chile.
En Feb 1817 fue designado Jefe del Regimiento “Cazadores de los Andes”, con el cual se embarcó al Perú en Ago 1820. Tomó parte activa en varios combates y campañas, entre otras, el desembarco en Pisco y en la protección de la expedición a la Sierra conducida por el Brigadier Arenales.
En Jul 1821, fue de los primeros en ocupar la ciudad de Lima. Formó parte junto a otros argentinos del naciente Ejército del Perú, creado por San Martín después de la declaración de la Independencia el 28 de Jul 1821. A fin de ese año ascendió a Brigadier.
Después del retiro del Libertador en Set 1822, Necochea quedó en el Perú a las órdenes de Bolívar, siendo designado, entre otros cargos, Gobernador de Lima y Comandante de la Caballería patriota, con importante actuación en Junín donde encabezó la carga de la caballería el 06 Ago 1824. Herido gravemente y capturado por los realistas de Canterac, pudo ser rescatado después de la carga del Escuadrón de Húsares de Isidoro Suarez.
Regresa a Buenos Aires en el año 1826 en ocasión de la guerra con el Brasil. Ocupa breve y simultáneamente los cargos de Comandante de la Caballería y de Jefe del Regimiento de Caballería “Defensores del Honor Nacional”. Al no quererse involucrar en las luchas políticas regresó al Perú al año siguiente.
Participó en la guerra que dicho país sostuvo con Colombia en 1829 y por motivos políticos se embarcó para Chile, regresando al Perú en tiempos del Presidente Orbegoso, quién lo ascendió a la jerarquía de Gran Mariscal.
Falleció rodeado del afecto del país que consideró su segunda patria el 05 Abr 1849, siendo inhumado en el Panteón de los Próceres o Santuario de San Carlos junto a otros renombrados prohombres del Perú.
La vida de Necochea fue múltiple y fructífera; soldado por vocación, valiente y de actuación descollante, ocupó también cargos de gobierno y administrativos. Fue hombre de consejo y prócer de la Independencia de Argentina, Chile y el Perú.
Su nombre está asociado a la extensa lista de jinetes que más contribuyeron a la Emancipación de muchos países hispanoamericanos. Sus hazañas constituyen el paradigma en el cuál deben mirarse los cuadros y soldados del Arma de Caballería.
En la iglesia matriz de la ciudad de San Luis, el 12 de julio de 1795, el teniente cura fray Félix Sosa puso óleo y crisma a Juan Pascual, de dos meses, hijo legitimo de don Gabriel Pringles y de doña Andrea Sosa. Uno de sus biógrafos pudo situar su nacimiento en Los Tapiales, localidad de las serranías puntanas que se encuentra a quince kilómetros al norte de “El Trapiche”, actual Departamento Pringles.
Su apellido paterno era de origen escocés pero sus antecedentes en el país se remontan a 1716 en que llega a Buenos Aires el médico don Diego Pringles, bisabuelo del prócer, quien modifica la grafía original de su apellido agregándole la “s” final y cambiando al bautizarse su nombre original de James por el mas castizo de Diego. A poco de llegar se trasladó a Mendoza donde se radicó con su familia y luego su descendencia se esparció por todo Cuyo.
Sobre su niñez, solo se conoce que probablemente concurrió a la escuela dominicana o aprendió las primeras letras con un maestro particular de entonces.
El joven Juan Pascual en 1812 pasó a Mendoza donde trabajó como dependiente de una tienda, regresando a San Luis a mediados de noviembre de 1814.
Este glorioso soldado que reveló las mas grandes cualidades de un militar: la bravura y la lealtad, inició la carrera en la cual debió conquistar los mas honrosos títulos para merecer la admiración de la posteridad el 10 de octubre de 1815, incorporándose al Regimiento de Milicias de Caballería de San Luis, 10ma Compañía del 3er Escuadrón, con el grado de Alférez, nombramiento confirmado por despachos extendidos por el Directorio.
En ese ambiente de exaltación patriótica el adolescente se hizo hombre. Era fuerte y fornido, diestro en el manejo de las armas, excelente jinete. Poseía una concepción rápida y estaba dotado de un coraje que lo empujaba a las grandes hazañas.
Pronto destacó su personalidad militar por la decisión que demostró en la represión de la sublevación de los prisioneros españoles en Maipú, en su ciudad natal, el 8 de febrero de 1819, colaborando eficazmente con el Gobernador Dupuy para reducir a los realistas sublevados. Por su comportamiento en aquella memorable y sangrienta jornada mereció la medalla que el Gobierno Nacional concedió “A los bravos defensores del orden por su comportamiento en la sublevación realista de San Luis”(1) (2) (3)
En ese año de 1819 contrae enlace con Valeriana Villegas y fruto de ese matrimonio nace su única hija, Fermina Nicasia.
Poco tiempo después, el 15 de diciembre de 1819, con anterioridad al 8 de noviembre, y con el grado de Alférez fue dado de alta en la 2da Compañía del 3er Escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo, emplazado en el Cuartel de Las Chacras, en las cercanías de San Luis, con el que debía emprender la campaña libertadora del Perú a ordenes del General San Martín. Al poco tiempo pasa a Mendoza con su Regimiento, es ascendido a Teniente el 1ro de julio de 1820 y el 20 de agosto parte con su Regimiento en la Expedición Libertadora al Perú.
Allí se batió con denuedo singular, y en breve escribiría una de las páginas más brillantes de la caballería argentina.
A los pocos días de haber desembarcado San Martín en el Perú tuvo conocimiento que uno de los cuerpos que formaban la vanguardia realista era el Regimiento “Numancia”, cercano a los 1.000 hombres y compuesto en su casi totalidad por quiteños, bogotanos y ecuatorianos, y que parecía dispuesto a pasarse a los patriotas si se le presentaba la ocasión.
Relata Isidoro Ruiz Moreno, en “Campañas Militares Argentinas”, que “con la finalidad de cooperar con tal movimiento, el General San Martín envió a recibirlos al coronel Rudecindo Alvarado con toda su caballería. El 24 de noviembre Alvarado adelantó por el camino de la costa a una partida de 18 granaderos a caballo para combinar el encuentro, la cual estaba mandada por el Teniente Juan Pascual Pringles quien tenía prohibición absoluta de empeñar combate: debía retirarse a la vista de enemigos o si demoraban las comunicaciones del Numancia, quedar en el ínterin aguardando en la caleta de Pescadores, a 15 kilómetros de Chanchay.
Súbitamente Pringles fue sorprendido el día 27 por efectivos realistas muy superiores en número: una división comandada por el afamado Coronel Jerónimo Valdez. El bravo oficial puntano “consultó a sus soldados si se animaban a atacarla —refiere el Teniente Espejo según referencias de Pringles— y respondiéndole con unánime resolución que sí, se les fue encima, trabando un choque en que hubieron heridos de una y otra parte”. Mas el resultado no era dudoso, y los granaderos argentinos volvieron a cargar sable en mano para romper el cerco que los envolvía. “Entonces [contaba Pringles] me vi tan acosado por varios soldados enemigos y sobre todo por un oficial a quien yo había herido de un sablazo en el primer encuentro, y que se mostraba resuelto a no darme cuartel, que no me quedó mas recurso que echarme al agua”.
Estaba descartado entregarse. Luchando ahora contra las olas del Pacífico con su caballo encabritado, el propio Valdez avanzó hasta la orilla y le gritó: “Ríndase usted, señor oficial, que su vida la garantizamos! ¿Qué más quiere hacer usted por su honor personal y el de su ejército?”. Así por último ocurrió, y el coronel Valdez, concluía el Teniente Pringles, “me rodeó de todas consideraciones y ordenó que fuese curado inmediatamente con los soldados que sobrevivieron, y estaban hechos pedazos”. Llevados a Lima y luego a las prisiones de El Callao, los granaderos eran objeto de la curiosidad de los militares españoles, uno de los cuales interrogó admirado a cierto soldado: “¿Por qué no se han rendido cuando eran invitados a ello, antes que pelear inútilmente contra tan formidable fuerza como los rodeaba?”, recibiendo esta sencilla respuesta: “Señor: cuando hemos venido a este país hemos venido a pelear y no a rendirnos”.
El General San Martín se preocupó por canjearlos y una vez logrado esto, al recibirlos, emitió la siguiente “orden del día”:
El Oficial Pringles y los individuos que lo acompañaron el 27 de noviembre han llenado mis esperanzas y cumplido sus deberes a la patria; pero es sensible que aquel Oficial, al paso que acreditó su valor, obró sin previsión dejándose sorprender del enemigo:él debía ser juzgado como corresponde, y sólo el ejemplo extraordinario que ha dado de su bravura, lo salva de las leyes militares.
Todos los integrantes del destacamento recibieron un escudo de honor, de paño azul bordado en oro, con la leyenda “Gloria a los vencidos en Chancay”.
Pocos días después, aprovechando una oportunidad favorable, el Regimiento Numancia defeccionó de las banderas del Rey y se incorporaron sus 650 efectivos al Ejército Libertador.”
Agrega el Coronel Camilo Anschutz en su “Historia del Regimiento de Granaderos a Caballo” que “a fuer de caballeros, los españoles mandaron acuñar cinco medallas que más tarde enviaron a Pringles en las que se leía la inscripción: “La Patria a los vencidos, vencedores de Pescadores”.
Posteriormente, Pringles se halló en 1a toma de Lima y participó en el asedio del Callao, en el asalto frustrado intentado por Las Heras y en su ulterior rendición, en septiembre de 1821. El 1 de agosto de este año ascendió a Ayudante Mayor acordándosele la condecoración por la ocupación de Lima y el nombramiento de “Benemérito de la Orden del Sol”, condecoración peruana creada por el general San Martín. El 1 de septiembre de 1821 fue promovido a Capitán.
Participó en la campaña de Puertos Intermedios, batiéndose con su acostumbrada bizarría en las desgraciadas acciones de Torata y Moquegua (19 y 21 de enero de 1823) donde las armas patriotas fueron derrotadas. En esta última acción, en la cual Pringles ostentaba las insignias de Capitán de Granaderos, realizó prodigios de valor y con un grupo de jefes y oficiales, defendió la retirada de los restos del Ejército de Alvarado, con sólo 18 granaderos.
Combatió en la batalla de Junín, con los últimos restos de glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo, al mando del teniente coronel D Manuel Isidoro Suárez; restos que habían sido salvados de la hecatombe del Callao. En esta acción extraordinaria, solamente se combatió a sable y lanza, sin disparar un tiro y en el cual el heroico Mariano Necochea recibió 14terribles heridas de arma blanca, poniendo en peligro su vida y quedando inválido.
El General Miller en sus memorias (Tomo II – Pag 144), refiriéndose a esta batalla dice: “El General Miller, con unos cuantos Granaderos a Caballo de los Andes, mandados por el bizarro Capitán Pringles, siguió el grueso del movimiento del ejercito realista”.
A su vez, el General Andrés de Santa Cruz, en el parte de la Batalla que dirige a Bolívar, destaca al “Sr Coronel Bruix, que con el Capitán Pringles, algunos Oficiales y Granaderos de los Andes se mantuvo firme en medio de los peligros”.
Pringles participó tambien en la batalla de Ayacucho y por estos dos hechos de armas, los postreros de la guerra de la Independencia, recibió dos condecoraciones, la denominación de “benemérito en grado eminente” y el grado de Teniente Coronel de Caballería.
Aparte de los numerosos actos de valor descriptos, relata Jacinto Yabén que, “el Coronel Pringles, según menciona una certificación de sus servicios que se halla agregada al expediente por el cual sus deudos solicitaron el pago de sueldos devengados en las guerras de la Independencia y del Brasil, en 1824, en la guerrilla de Lima – Tambo, yendo a la vanguardia, al mando de 50 granaderos, fue cortado por 200 infantes y 100 jinetes, logrando desprenderse de esta situación, por demás comprometida, sin perder un solo hombre”.
Al terminar la campaña emancipadora, Pringles permaneció en el Ejército a las ordenes del General Bolívar, el cual, desde su cuartel de Tacna le dio la efectividad de Teniente Coronel el 31 de Enero de 1826, quedando enfermo en Huamanga (Ayacucho), lo que le impidió trasladarse de regreso a la patria con el resto del Regimiento de Granaderos a Caballo, en el que revistaba como Capitán de la 2da Compañía del 1er Escuadrón, cuando este cuerpo inició el camino a Buenos Aires.
Cuando sus dolencias se lo permitieron, Pringles se dirigió a Chile y “su separación, según expresa el General Pedernera en unos apuntes citados por Jacinto Yabén en Biografías Argentinas y Sudamericanas, “fue generalmente sentida de sus camaradas, tanto peruanos como colombianos, porque Pringles poseía el don de hacerse simpático a mérito de su carácter tan modesto como amable y tan valiente como humano y generoso con sus enemigos en el campo de batalla; en política no abrigaba odios de partido ni reconocía enemigo ninguno, porque su opinión era incontrastable por los principios de libertad y justicia y de aquí se sigue que tales condiciones le granjeaban la estimación de los pueblos que pisaba, porque celaba con rigor que la tropa que mandaba no infiriese agravio ni mal alguno a los habitantes pacíficos. En fin, era honrado y caballeresco en la extensión de la palabra”.
El 21 de abril de 1826 se despedía de Santiago de Chile y tomaba el camino de Santa Rosa de los Andes en demanda de la Patria. Se detuvo en Mendoza y después pasó a San Luis a abrazar a los miembros de su familia, prosiguiendo su viaje el 10 de julio y quince días después llegaba a Buenos Aires y se presentaba a la Inspección y Comandancia General de Armas. En virtud del decreto de 10 de abril de 1826, el 16 de agosto se le reconoció la efectividad de Teniente Coronel de Caballería de Línea, con anterioridad al 31 de enero del mismo año.
Creado por Decreto de Rivadavia del 14 de septiembre de 1826 el Regimiento Nro 17 de Caballería con las milicias de la Guardia del Monte y sobre la base de la Escolta del Gobierno, su comando fue confiado al Coronel Isidoro Suárez, designándose el 29 de septiembre como 2do jefe al Teniente Coronel Juan Pascual Pringles. Este cuerpo, una vez que estuvo organizado, fue enviado a la Provincia Oriental, desembarcando en Las Vacas, y trasladándose a incorporarse a las tropas que sitiaban a la Colonia. Hasta entonces, el asedio era sostenido con tanto descuido por parte de los republicanos, que las tropas encerradas en la plaza efectuaban frecuentes salidas para proveerse de víveres con toda impunidad y casi sin riesgo. A los pocos días de la llegada del Nro 17 lo intentaron, pero el bravo Suárez se propuso darles una lección: al avance de una columna de más de 100 hombres que salía del recinto fortificado, se emboscó a la distancia para ofrecerles oportunidad de separarse lo suficiente de éste, y cuando creyó el momento propicio, ordenó a Pringles cargarlos con el primer escuadrón mientras él, en reserva, sostenía el ataque. Pringles dio una carga a fondo, profunda, tan rápida que desbarató en el primer choque al adversario, persiguiéndolo hasta meterlo a sablazos dentro de la plaza, dejando en su largo trayecto numerosos muertos y heridos (2).
A fines de 1 827, el Regimiento Nro 17 pasó a incorporarse al Ejército Republicano acantonado en el Cerro Largo, al mando del General Alvear. Cuando se organizó la expedición para la toma del Río Grande, a cargo del General Paz, Suárez recibió el mando de una división compuesta por el Nro 17 y otros cuerpos, y Pringles quedó a la cabeza del Regimiento. La expedición de referencia fue suspendida a causa del ataque imperial a Las Cañas, el 15 de abril de 1828, pero Suárez destacó a Pringles con 100 hombres para apoderarse de las caballadas enemigas sobre la costa de San Gonzalo, lo que ejecutó con la dispersión de un destacamento imperial y la toma de algunos prisioneros. Con su Regimiento tuvo oportunidad de proteger eficazmente a la escuadrilla republicana que operaba en la Laguna Merim, logrando evitar que cayera prisionera de otra brasileña más poderosa, que la había atacado exitosamente.
Finalizada la guerra, Pringles marchó a Montevideo con una división del Ejército que estableció su cuartel general en el Cerro, donde permaneció hasta enero de 1829. Formó parte al mando del 17 de Caballería de la división que, a la ordenes del Coronel Suárez, operó en el Norte de la provincia de Buenos Aires y que batió en Las Palmitas, donde Pringles atacó la derecha enemiga, el 7 de febrero de aquel año, a los caudillos José Miguel Molina y Manuel Mesa, quien tomado prisionero, fue ejecutado. En su parte, Suárez dice que Pringles “condujo su cuerpo con el mayor denuedo”. Posteriormente, en marzo de 1829 revistó agregado al Regimiento 4 de Caballería.
El regreso de la guerra encontró al país agitado por las luchas entre unitarios y federales. El fusilamiento del gobernador de Buenos Aires, Coronel Manuel Dorrego, había enfrentado enconadamente a las provincias con la antigua capital del virreinato y el General Lavalle había resuelto imponer su política en las provincias del litoral.
El General Paz, recién llegado de la guerra al mando de su División, es enviado por Lavalle a iniciar la campaña sobre Córdoba a principios de 1829 para asegurar la causa unitaria en el norte. Pringles se pone a las órdenes de su antiguo Jefe en el Desmochado el 3 de abril de 1829.
Participa en el combate de San Roque, contra el caudillo Bustos, el 22 de abril. Referente a este hecho de armas, expresa el Grl Paz en sus Memorias Póstumas que “Continuando por el camino, y bajo los fuegos de las baterías, destiné al Teniente Coronel Pringles con un Escuadrón que, lanzándose a la carga, y siguiéndolo con el resto de la columna, fue a salir a la misma casa de San Roque, arrollándolo todo, casi al mismo tiempo que la columna del Coronel Deheza penetraba por el callejón, de modo que se logró completamente el suceso de ambos ataques”.
Luego de este hecho de armas, Pringles es enviado con su Escuadrón para perseguir a los dispersos y asegurar así el grueso de la División en dirección a San Antonio, hacienda propiedad de Bustos y donde se habían refugiado su esposa, hija y yerno, situada a dos o tres leguas de San Roque. En su marcha, relata Paz, alcanzó “un puesto dependiente de la hacienda principal de San Antonio, a algunas leguas de ella. Allí hizo alto y campó para dar descanso a hombres y caballos, a la inmediación de un bosque, en el cual, internándose algunos soldados hallaron un depósito de algunos baúles, cajones y petacas, en que había ropa de uso, papeles y plata labrada; cuando llegó a noticias de Pringles este hallazgo, ya habían forzado las cerraduras y tapas de tres o cuatro bultos y extraído de ellos algunas piezas; las recogió y las hizo acomodar otra vez, lo mejor que se pudo, conservando intactos los que no habían sido violentados, y con todo ello regresó al Cuartel General al día siguiente de la batalla por la noche. En la mañana inmediata, se me presentó doña Juliana Maure de Bustos, esposa del General, a reclamar aquellos efectos de su propiedad. Yo ni los había visto, ni tenia mas que un conocimiento vago, hasta entonces de lo sucedido pero, con este motivo, hice llamar a Pringles, y en su presencia me informé de lo sucedido y ordené se le entregasen; ella pasó una prolija revista de los baúles y demás y expuso nuevamente que le faltaba una u otra pieza”. Esta actitud del héroe, muestra otra faceta digna de su personalidad, al no pretender apropiarse de las pertenencias de los vencidos, como era costumbre en esa época ya sea para solventar los gastos de la campaña como también en calidad de botín de guerra.
Una vez que el General Paz se hizo cargo de la provincia de Córdoba, organizó su Ejército ante la amenaza inminente de un nuevo enfrentamiento con Bustos, refugiado en la campaña y esperando reunir sus tropas con las de Facundo Quiroga que marchaba desde La Rioja en su apoyo.
El 8 de Junio, el Ejército llega a Anisacate y acampa sobre la margen izquierda de este río. Según Paz, Pringles pasa a integrar la “cuarta División, que era destinada a la reserva, a las órdenes del Coronel Pedernera, y con el Teniente Coronel Pringles, Comandante Albarracin y Mayor Chenaut; se componía del Numero 2 de caballería con una fuerza aproximadamente de 250 hombres”.
Los días 22 y 23 de Junio de 1829 se desarrolla la Batalla de la Tablada, como saldo de la cual Quiroga es derrotado por Paz. La División del Coronel Lamadrid, formada a la derecha del dispositivo de Paz, es arrollada por las tropas de Quiroga, razón por la cual ordenó que “para sostener esta ala comprometida se adelantara la reserva”.
Relata Paz que “El Coronel Pedernera, habiéndose adelantado convenientemente sobre el flanco del enemigo, lanzó al Comandante Pringles con el Escuadrón Nro 2 de caballería y esta carga, tan oportuna como brillante, sostenida por el resto de la reserva, restableció no solo el combate sino que hizo inclinar la victoria de nuestro lado” y agrega mas adelante en su relato que “el terreno en que había combatido el Coronel Lamadrid, y en que después renovaron la pelea Pringles y Pedernera era de corta extensión pero estaba cubierto de cadáveres, el pasto estaba molido y la tierra removida por efecto de tantas cargas de caballería que se habían sucedido en un mismo lugar”.
Como consecuencia de este triunfo, donde Pringles había sido un actor fundamental, Paz lo asciende a Coronel en el campo de batalla, siendo el único oficial ascendido en estas circunstancias.
Dueño Paz de la situación cordobesa, extendió su influencia al interior. Para tener de su parte a la provincia de San Luis envió una expedición al mando del Coronel Videla Castillo. Entre sus Jefes contaba este con el Coronel Pringles al que, después de asegurada la victoria, lo puso en el gobierno de la provincia.
El gobierno de Pringles fue de corta duración, solo 45 días. Era hombre de armas y la organización de un nuevo Ejército por parte de Facundo Quiroga le atraía al campo de combate. No obstante ello, a pesar de su breve desempeño en el gobierno, fue lo bastante para demostrar que poseía dotes políticas estimables. Trato de restañar las heridas que la guerra civil había dejado en su provincia y especialmente la honda división existente entre los puntanos. Procedió con acierto y en tiempos de desatados rencores gobernó con clemencia (3). Luego de este breve periodo, regresa a Córdoba y se reincorpora al Ejército de Paz.
Luego de la derrota de La Tablada, Quiroga reorganiza y refuerza su Ejército y presenta nuevamente batalla ocho meses después en Oncativo, el 25 de febrero de 1830, donde otra vez es derrotado.
Paz escribe en el segundo Parte Oficial de la Batalla, fechado en su Cuartel General el 28 de febrero que, ante el conocimiento del dispositivo enemigo, “se resolvió, pues, atacar su izquierda, a cuyo efecto, la división del señor Coronel Lamadrid, que ocupaba la derecha de nuestra línea, fue reforzada con algunos escuadrones. El Coronel Echevarria, con parte de la suya, tuvo orden de flanquear al enemigo, y el señor Coronel Pedernera, con la caballería de la reserva (de la cual formaba parte Pringles), la de sostener ambos ataques. La División del señor Coronel Lamadrid verificó la carga con la mayor bravura y arrolló la caballería que se le opuso, lo mismo que el señor Coronel Echevarria por el flanco. Mas el enemigo movió todas las masas de esta arma sobre la misma dirección y renovó el combate encarnizadamente. Un sinnúmero de cargas sucesivas tuvieron lugar por instantes; se lidió por ambas partes con desesperación pero, al fin, la carga del Regimiento numero 2 de caballería, apoyado en los Lanceros Republicanos, al mando de los Coroneles Pedernera y Pringles, fijó la victoria en nuestras filas y la enemiga fue contenida y envuelta”.
Mas adelante en el Parte, al hacer un balance de quienes se habían destacado en la Batalla destacó que “los Coroneles Pedernera y Pringles se condujeron con la mayor bizarría”.
Una vez consolidado su poder en Córdoba, el General Paz decide enviar a las provincias que habían apoyado a Quiroga unidades mandadas por Jefes destacados para que se hicieran cargo de ellas y así evitar una nueva reorganización de las fuerzas del caudillo riojano. Entre ellas, se encontraba San Luis. Al decidir quien iría a San Luis, Paz relata en sus memorias que “Entre los Jefes del Ejército había dos puntanos muy dignos, que lo eran los Coroneles Pedernera y Pringles, y ninguno de ellos fue empleado, porque estaban conmigo los hermanos Videla, sujetos respetables de San Luis, quienes se pusieron a la cabeza de la fuerza que marchó a su provincia. Jamás aquellos honrados Jefes manifestaron sentimiento de no haber sido escogidos para ir a su país (sic)”, lo que demuestra una vez mas el desinterés de nuestro héroe.
Luego de la derrota de Oncativo, Quiroga se retiró a Buenos Aires, desde donde Rosas lo despachó al poco tiempo con una fuerza de 350 hombres para que, engrosando su columna en el camino, se apoderase de las provincias de Cuyo.
Por su parte Paz, destaca al Coronel Echevarria como encargado de la frontera del sur, con centro en la localidad de Río Cuarto.
Relata el Coronel Juan Beverina, en sus notas a las memorias del General Paz, que “al llegar Quiroga a Río Cuarto, que estaba defendido por 600 hombres de las tres armas, resolvió apoderarse de esta localidad, lo que consiguió merced a la traición de uno de sus defensores. La mayor parte de la guarnición cayo en poder del caudillo logrando salvarse los Coroneles Echevarria y Pringles”.
Pringles se había hecho presente en Río Cuarto en forma circunstancial. Expresa Paz que “gravemente enfermo en Córdoba, había obtenido licencia temporal para ir a San Luis a restablecerse. Cuando la invasión, hallándose muy mejorado, venia a Córdoba, y encontrándose con la invasión de Quiroga, se unió al Coronel Echevarria para ayudarlo a resistirlo.”
Y agrega que “Luego que la Villa del Río Cuarto cayó en poder de Quiroga, se dirigió a Mendoza y en el camino se encontró con una pequeña División que tenia cargo de observar al enemigo y cuyo mando tomó, sin duda, por orden del Gobernador Videla Castillo. Por una imprudente confianza se obstinó en no creer que la fuerza que veían venir era contraria y por un exceso de esa misma confianza o, si se quiere, de valentía, despachó en retirada la fuerza y se quedó con unos pocos hombres. Estando ya muy cerca los enemigos, se puso en retirada, que tuvo que precipitar cuanto era posible porque la persecución era tenaz, incesante y activa. Se cree que su caballo se fatigó; el valiente Pringles fue alcanzado, herido y muerto por los enemigos. Cuando lo supo Quiroga, manifestó sentimiento y desaprobó débilmente su muerte que pudo haberse evitado, siendo falso todo lo que se ha dicho y escrito de que mando a fusilar al matador”.
El Coronel Beverina, en sus Notas, aclara aun mas las circunstancias de la muerte del héroe, expresando que “El 19 de marzo de 1831 era alcanzado en el Morro por una partida de Quiroga. Teniendo su caballo cansado, Pringles echó pie a tierra. A la intimación que le hizo un oficial para que se rindiese, aquel contestó afirmativamente pero negose a entregar su espada, diciendo que lo haría al propio Quiroga. El oficial le descerrajó un tiro que atravesó el pecho y causo la muerte del valiente oficial de las Guerras de la Independencia”. Según Zinny, al saber Quiroga la muerte de Pringles, hizo llamar al oficial que había sido el ejecutor y le dijo: “Por no manchar con tu sangre el cuerpo del valiente Coronel Pringles, no te hago pegar cuatro tiros sobre su cadáver. ¡Cuidado con otra vez que un rendido invoque mi nombre!”.
Con posterioridad, se ha determinado que su muerte se produjo en el paraje denominado Chañaral de las Ánimas, cerca del río Quinto y a pocos kilómetros de la ciudad de San Luis, en la fecha ya citada, como a las cinco de la tarde.
Los restos se conservaron en el cementerio Central de San Luís desde el 17 de mayo de 1895, al pie del monumento levantado al héroe. Posteriormente fueron trasladados a la Catedral de San Luís, donde hoy aun descansan (1).
Su cuñado don José Eusebio Gutiérrez, en unos apuntes escritos en 1869, trazó este retrato del héroe: “El coronel Juan Pascual Pringles era más bien bajo de estatura y algo grueso o trabado de cuerpo. Bastante trigueño, de ojos negros y expresivos; cara redonda; sólo usaba bigote. Cabello abundante y lacio, que lo prendía por detrás con un peinecillo; mano pequeña y muy cuidadoso de su persona. Era afable, de buenos sentimientos, desprendido y moral. Muy aficionado al dulce. Su equipaje, lujoso, pues en Lima le habían obsequiado, diversos objetos de plata. Vestía de ordinario casaca azul vivada de punzó, y cuando se engalanaba con sus numerosas condecoraciones, a caballo y con su lanza enristrada, era de estampa en realidad imponente”.
Finalmente, Enrique Udaondo, autor del Diccionario Biográfico Argentino, al referirse a Pringles cita al General Pedernera, conocedor de los merecimientos del héroe, expresando: “Durante mi larga vida militar, solo el valor de un hombre he envidiado, el del Coronel Pringles”.
Cnl (R) JOSE MANUEL DÍAZ DIEZ
CONDECORACIONES RECIBIDAS POR EL CNL PRINGLES
Los premios militares obtenidos por Pringles, fueron los siguientes:
8 de febrero de 1819, conjuración de los prisioneros realistas: Medalla ovalada, de plata; en el anverso: “A los que defendieron el orden en San Luis”; en el reverso: “El 8 de febrero de 1819”; cinta celeste.
27 de noviembre de 1820; combate de Pescadores: Escudo circular de paño celeste, con la siguiente inscripción bordada en caracteres blancos: “Gloria a los vencidos en Chancay”. Ésta condecoración debía llevarse al pecho.
6 de diciembre de 1820, batalla de Pasco: Medalla circular de plata; en el anverso, entre palma y laurel y bajo un sol radiante: “A los vencedores de Pasco”; en el reverso: “Dic. 6 de 1820”, cinta encarnada y blanca en dos listas verticales.
15 de Agosto de 1821, Expedición Libertadora del Perú: Medalla circular de oro; en el anverso, en un escudo con trofeos, armas y sol naciente y el todo encerrado en una corona de laureles: “Yo fui del Exto. (Ejército) Libertador”; no tiene reverso y del broche salen dos gajos de palma y laurel; no tiene cinta, pero le corresponde la encarnada y blanca del Perú, en listas verticales.
16 de diciembre de 1821, Orden del Sol en grado de Benemérito: Condecoración en forma de un sol radiante; en el anverso, en esmalte blanco: “El Perú”; en esmalte encarnado: “A sus libertadores”; no tiene reverso y se usaba al cuello, pendiente de una cinta blanca.
6 de agosto de 1824, batalla de Junín: Medalla circular esmaltada en blanco, con la inscripción en letras negras “Batalla de Junín”; de su circunferencia salen cinco aspas o rayos iguales, esmaltados también, de rojo en el centro y blanco en los extremos, con un laurel de oro entrelazado, al rededor de ellos; en el reverso: dos sables y dos lanzas cruzados. Esta medalla debía llevarse pendiente de una cinta encarnada y blanca, en el, izquierdo de la solapa, prendida, con una hebilla de oro en forma de corona cívica (horizontal) de laurel. Es posible que Pringles no alcanzase a lucir esta medalla, que el gobierno peruano decretó en 1828.
9 de diciembre de 1824, batalla de Ayacucho: Medalla ovalada de oro; en el anverso, la inscripción “Ayacucho” y debajo dos gajos de laurel; no tiene reverso; cinta blanca y encarnada, en dos listas verticales. Por formar parte del ejército vencedor, Pringles mereció también el título de “Benemérito en grado eminente”.
BIBLIOGRAFÍA
Nació en Buenos Aires, de padre francés, el 18 Dic 1776, estudio en Europa dedicándose luego a la actividad comercial. En 1806 tuvo descollante actuación en la 1ra Invasión Inglesa, iniciando su carrera militar en las filas de las milicias urbanas de caballería de Buenos Aires. En noviembre de ese año viajó a España, enviado por el Cabildo para exponer la situación que produjo la actuación del Virrey Sobremonte.
Abrazó con entusiasmo el movimiento de May 1810 y la Junta lo ascendió a coronel y Gobernador Intendente de Córdoba. Luego, con carácter interino, ejerció la Presidencia de la Real Audiencia de Charcas.
Después de Huaquí, en Jun 1811, se hizo cargo del Ejército derrotado hasta Mar 1812 oportunidad en la que lo entregó al General Belgrano.
Fue designado integrante del gobierno en Buenos Aires y luego confinado a San Luis al caer el 08 Oct el Primer Triunvirato, del cual formó parte. Elegido diputado por San Luis al Congreso de Tucumán, participó en sus deliberaciones.
Nombrado Director Supremo del Estado el 03 May 1816, tuvo una relevante actuación en esa gestión, prestando invalorable ayuda al Libertador General San Martín, que por entonces preparaba el cruce de los Andes.
Se mantuvo siempre expectante y en capacidad de facilitar todos los medios a su alcance para que el Libertador pudiera concretar su sueño de cruzar la cordillera y liberar a Chile, cuestión que pudo cumplir, en gran parte por la eficaz ayuda de Pueyrredón, quien también dio su apoyo a la expedición al Perú.
Con la difícil situación financiera del incipiente Estado, Pueyrredón debió afrontar las luchas internas entre Buenos Aires y el interior, la supresión del tráfico de esclavos, la reorganización militar y otros difíciles trabajos.
En Jun 1819 renunció a su cargo de Director y luego se exilió voluntariamente en Brasil. Al regresar y con motivo de la renuncia de Lavalle, Pueyrredón, que inicialmente lo había apoyado, debió viajar a Europa en 1829.
Después de varios años vuelve al país, falleciendo en Buenos Aires, el 12 Mar 1850, en su chacra de San Isidro.
Juan Martín de Pueyrredón fue una figura importante de nuestro proceso por la Emancipación de España, alternando responsabilidades militares con cargos políticos de relevancia. Su trayectoria está íntimamente vinculada a la gesta libertadora de los Generales San Martín y Belgrano.
Nació en Buenos Aires en 1799 y se incorporó como cadete al Regimiento de Granaderos a Caballo en 1814.
Integrando esa Unidad marchó a Mendoza en 1816 y luego de la organización del Ejército de los Andes, cruzó la cordillera en 1817.
Combatió en Chacabuco, Cancha Rayada y en los enfrentamientos al Sur de Chile y en Maipú.
Embarcó en la flota que transportó al Ejército Libertador al Perú y se destacó durante la Campaña de la Sierra a órdenes del General Arenales.
Al crearse el Ejército del Perú fue nombrado Jefe del Escuadrón Húsares de la Guardia, participando brillantemente en el combate de Junín el 06 Ago 1824, debiéndose el éxito a su arriesgada intervención. En esas oportunidad rescata al Brigadier Necochea, que herido gravemente, había caído prisionero de los realistas.
Intervino en la batalla de Ayacucho y regresó a la Patria con el grado de Coronel.
Al producirse la guerra contra el Imperio del Brasil fue nombrado Jefe del Regimiento 17 de Caballería de Línea.
Al término de la guerra se enroló con las fuerzas del General Lavalle y ante la situación desfavorable emigró a Uruguay.
Participó de las actividades de apoyo al bando unitario, y allí falleció el 13 Feb 1846.